Tengo la suerte de vivir en un lugar de cine, rodeada de piedras con siglos de antigüedad, en la parte antigua de Cáceres. Estoy abonando mi hipoteca religiosamente, como todos, para terminar de pagar una casa que rehabilitamos con muchísimos esfuerzos, muchísimos disgustos, muchísimos inconvenientes; porque aquí, dentro de esta muralla, uno no puede elegir su casa, ni siquiera por dentro. Aquí tienes que amoldarte a lo que la ley te permita hacer (ahora empiezo a darme cuenta de que esa ley no es igual para todos, que se puede modificar en beneficio de los intereses de los dueños y según quiénes sean esos dueños).
También tengo la gran suerte de tener prácticamente en la puerta de mi casa tantos eventos como a las diferentes administraciones se les ocurra organizar: teatro medieval, Womad, Cáceres evocado, velitas por las calles, Semana Santa, Irish Flead, encuentro de juglares, urban screens, junio musical, …, todo precioso.
Pero tenemos un grandísimo inconveniente que nubla todos los beneficios anteriores, y es que nuestro ayuntamiento no nos presta atención, no presta atención a los vecinos, la parte antigua es para albergar todo este tipo de eventos, es para que los turistas se queden admirados, es para ser iluminada, pero no es para ser vivida. Aquí es muy difícil vivir.
Tengo que salir a hacer compra. Mi nevera está casi vacía y si no la relleno hoy mismo no como. Mi marido está de viaje, tengo que hacer la compra con los tres niños, por lo cual me tendré que llevar la sillita de la pequeña, y va a empezar a llover. ¿Que por qué les cuento todo esto? Pues porque quiero que compartan conmigo lo difícil que las autoridades me ponen un acto tan simple como el de hacer la compra. La parte antigua está cerrada al tráfico desde el jueves. Y yo con la nevera vacía.
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